viernes, 19 de julio de 2013

VACACIONES COLEGIALES Y EL VERANO EN LOS VALLES CINTEÑOS POR LOS AÑOS 60s.


FELICES VACACIONES

                                                                       por: Antonio Salas Casado

Iglesia de Camargo
Las vacaciones escolares durante nuestros años en el  colegio Suipacha de Tupiza, nos traen inolvidables recuerdos por lo bien que las pasamos, es que eran otros tiempos más buenos los nuestros como dice la letra de aquel antiguo tango argentino, y no es pedantería, sino que en verdad cuando llegaban las vacaciones cada uno de nosotros regresaba al seno familiar a cumplir con lo suyo y a deleitarnos luego de terminadas las vacaciones a contárnos  que se hizo en ese efímero y corto tiempo que duraban porque antes como ahora, las vacaciones transcurrían muy rápido.
Nuestras historias vacacionales son, además de variadas, muy interesantes y enriquecedoras por los testimonios de vida que encierran y que invito a mis compañeros a sumarlas a este recuento para que volvamos a recordarlas y quizás a servir de modelo para los jóvenes actuales.
Iglesia de Villa Abecia
Empezare diciéndoles que además de estudiantes éramos jóvenes católicos practicantes, muchos de nosotros incluso pensábamos ingresar al seminario redentorista que funcionaba en Tupiza preparando a jóvenes venidos de todas partes para el sacerdocio, los que aun dudábamos de nuestra vocación religiosa nos dedicábamos a aplicar el evangelio con criterio práctico, es decir a Dios orando y con el mazo dando, por ello en una de esas vacaciones decidimos aprovechar nuestro tiempo en fabricar juguetes para los niños pobres, muchas instituciones hoy en día hacen campañas de recolección de juguetes para repartirlos en Navidad, en nuestra época sólo la Parroquia de Redentoristas hacia ese papel impulsado por algunas señoras que hacían una gran campaña, queríamos apoyarlas, y no se nos ocurrió nada mejor que fabricar juguetes de madera hechos por nosotros mismos, había que aprovechar que en el Suipacha ya se daban cursos de carpintería, mecánica y electricidad y que el Padre Javier, un sacerdote redentorista muy querido en Tupiza y que hizo muchísimas obras por el progreso de nuestra ciudad tenía en el Convento un lindo taller de carpintería.
Las Carreras
De modo que manos a la obra, algunos de nosotros teníamos todavía juguetes muy sencillos de fabricar y mas lindos de pintar con brillantes pinturas de colores que tapaban la baja calidad de nuestro trabajo, y empezamos a fabricarlos en serie, ruedas, ejes, plataformas y todo, a decir verdad, era el padre Javier el que nos hacía las ruedas en el torno, nosotros hacíamos el resto, en el salón parroquial detrás de la iglesia donde alternábamos nuestro oficio de aprendices de carpinteros con el de expertos patinadores, porque el padre Carlos otro joven sacerdote que congeniaba mucho con nosotros, nos enseñaba como lucirnos sobre los patines para ir luego al Squetin  de la familia Michel y poder impresionar a nuestras admiradoras del Liceo Santa Ana que no se cómo siempre se las arreglaban para averiguar sobre nuestras andanzas.
Las uvas
Para la fiesta de Reyes, que era cuando se entregaban los juguetes no sé quiénes sentían más alegría, si los niños que hacían largas filas por recibirlos o nosotros que nos sentíamos orgullosos viendo rodar los trencitos y camioncitos  que fabricábamos y que en todo caso lucían  mejor que los carritos de  latas ovaladas de sardinas con llantas de tapa coronas que usábamos todos para jugar en eso dorados años de nuestra niñez porque todavía no habían los juguetes de plástico chinos que inundan como hoy nuestros mercados que sin duda son muchísimo más lindos y baratos pero que no tienen ni un ápice de la imaginación y placer que les poníamos nosotros con nuestros juguetes hechos por nosotros mismos.
En otra vacación y siguiendo con inclinación cristiana decidimos irnos de vacaciones a los valles de Cinty para apoyar a un curita de pueblo que había por esos lares, propusimos nuestro proyecto al superior del convento, logramos convencerlo que nos preste una proyectora de diapositivas que tenía y que funcionaba  con lámpara de querosene  y después de conseguir que el padre Camilo nos aceptara, así  lo llamaremos porque no recuerdo su nombre nos fuimos a los valles de Cinty, empezando por Impora. Las Carreras, Villa Abecia, La Torre, Camargo y otros poblados menores, nuestra misión evangelizadora consistía en cantar la misa gregoriana en latín, la sabíamos muy bien y además Carlos (Vargas Narvaes) tocaba muy bien el órgano, los que éramos un desastre éramos el resto  que conformábamos el coro, pero como cantábamos en latín disimulábamos muy bien.
Nuestra expedición resultaba muy beneficiosa para todos, para el padre Camilo porque cobraba más por sus misas cantadas y para nosotros que teníamos un mes de vacaciones pagadas. Por las noches dábamos catecismo, un poco de historias de la biblia y luego las muy conocidas tiras cómicas de PinPin y Perlin , Blanca Nieves o los Músicos Cantores que aún hoy todavía deleitan a grandes y chicos.
Demás está decirles que esas sesiones de cine  constituían todo un acontecimiento en esas poblaciones vallunas, todos asistían, grandes chicos, y sobre todo las chicas alucinadas por los “jóvenes seminaristas” recién llegados.
En cada poblado tuvimos anécdotas interesantes como aquella de Villa Abecia, llegamos a un alojamiento y nos dijeron que sólo tenían una pieza con 3 camas libres, las tomamos, éramos 4, pero la pieza en cuestión tenía 4 camas con cujas de caña hueca, Elías, el más avivado de todos nosotros saltó sobre la que parecía más cómoda y nos dormimos prontamente porque teníamos cansancio acumulado.
Después  de unas horas de sueño llegó el dueño de la cuarta cama, era un estudiante que venía de Argentina, donde seguramente que gustó mucho de las sabrosas parrilladas argentinas porque tenía un cuerpo muy voluminoso y sin ningún protocolo sacó a Elías de su mullido lecho, él tuvo que buscar quien lo acoja, al amanecer del día siguiente muy temprano mi hermano Carlitos se despertó y vio ese enorme bulto en lo que él creía era la cama de Elías y le grito ¡ Oye bruto, que comiste que te hinchaste tanto?! ; el aludido se sentó en la cama y quiso tragarse a Carlitos con una mirada que lanzaba rayos y centellas, al ver a semejante monstruo desconocido, Carlitos pensó que Elías se había condenado y santiguándose lo más rápido que pudo se hundió  en su cama.
En todo ese recorrido conocimos a gente muy simpática y amena, campesinos que nunca habían salido de su territorio y que por primera vez escuchaban el órgano o armonio de sus iglesias porque no recordaban haberlo oído antes, decían como será de lindo el cielo si mi capilla es tan chura en una misa cantada; lo que ignoraban era que para que ese armonio sonara tuvimos que soplar y resoplar varias horas antes para que salgan ratones, arañas y otras alimañas que tapaban los tubos.
Cumpa Alberto Salinas Buitrago en La Torre por los 60s
Caminando por esos valles, a ratos a pie y otros andando como solíamos decir, llegamos a la Torre, un pintoresco pueblito también de cerros colorados aunque no tan lindos como los de Tupiza. En la Torre nuestro compañero de curso, el cumpa Salinas nos decía tener parientes, pero en esa  ocasión no encontramos a ninguno, fuimos también a los viñedos de la finca de los Altamirano en Impora o por el lado del Peral y San Juan, a las fincas de otro compañero, Daroca, que estuvo con nosotros en algunos cursos de colegio, para entrar o salir de sus fincas había que hacerlo a pie o a caballo, no había camino y como buenos chicheños optamos por lo segundo, a mi me toco un caballo muy testarudo y sin montura, iba por donde se le antojaba porque yo no era buen jinete y después de unas 2 horas de cabalgata, montado al pelo, me bajé del cuadrúpedo como Pecos Bill con las piernas arqueadas y sin poder sentarme por una semana.

                                                    JINETES DE PURA CEPA





Pecos Bill,el vaquero más valiente que existió



Nota -Fotografías de las iglesias y de los jinetes de pura cepa extraídas de la red .







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